Silvio Rodriguez. Brazos De Sol. Zeneszám
Hoy me vino la gana, que no las musas.
Hoy no tengo pretextos ni disculpas para cantarte a ti,
para escribirte un verso y desbordarte desde aqu.
Hasta las ganas
de la maana
ya por venir.
Hoy primero del segundo del ao
mientras esta mujer rompe el espacio
para invitarse al fin,
para admirarla toda en el silencio y de perfil.
Tomo sus manos como escenario para existir.
Y es que no importa que digan que est trillado
hablar de amor que maldigan
si no han probado
la noche en sus brazos de sol.
Y es que no importa que digan que est trillado
hablar de amor que maldigan
si no han probado
la noche en sus brazos de sol.
Se detiene el reloj sobre nosotros,
caen las diez que resbalan por sus hombros
y se cuela la luz
que se enreda en tu pelo
pero la liberas t.
Oro y diamante por un instante de tono azul.
Y es que no importa que digan que est trillado
hablar de amor que maldigan
si no han probado
la noche en sus brazos de sol.
Y es que no importa que digan que est trillado
hablar de amor que maldigan
si no han probado
la noche en sus brazos de sol.
Hoy no tengo pretextos ni disculpas para cantarte a ti,
para escribirte un verso y desbordarte desde aqu.
Hasta las ganas
de la maana
ya por venir.
Hoy primero del segundo del ao
mientras esta mujer rompe el espacio
para invitarse al fin,
para admirarla toda en el silencio y de perfil.
Tomo sus manos como escenario para existir.
Y es que no importa que digan que est trillado
hablar de amor que maldigan
si no han probado
la noche en sus brazos de sol.
Y es que no importa que digan que est trillado
hablar de amor que maldigan
si no han probado
la noche en sus brazos de sol.
Se detiene el reloj sobre nosotros,
caen las diez que resbalan por sus hombros
y se cuela la luz
que se enreda en tu pelo
pero la liberas t.
Oro y diamante por un instante de tono azul.
Y es que no importa que digan que est trillado
hablar de amor que maldigan
si no han probado
la noche en sus brazos de sol.
Y es que no importa que digan que est trillado
hablar de amor que maldigan
si no han probado
la noche en sus brazos de sol.
Silvio Rodriguez
Kedvencek