Mari Trini. Vals De Otoño. Zeneszám
Es la gloria de muerto verano,
la que se ha dormido en mi corazon, es el tremulo gris del otono, el que abre caminos con timido son.
Tras los campos de vinas doradas, el alma encendida se me adormecio, hoy me acercan lejanos y altivos, los vagos recuerdos que el viento llevo.
Laralalara...
Las verdades son solo palabras, que puedes creer o no, y hasta aqui el otono crujiente, que un tapiz de hojas bordo.
Las cigarras moriran lentamente, cantando su himno con fiero teson, y los campos vestiran de pardo, ironicamente en forma de adios.
Y otra vez el otono crujiente, dara a nuestras vidas un nuevo color, al barrer con su lluvia templada, impuros deseos de fuego y de sol.
Laralalara...
Las verdades son solo palabras, que puedes creer o no, y hasta aqui el otono crujiente, que un tapiz de hojas bordo.
Y mis ojos se cierran dormidos, de tantos insomnios de tanto color, y mis manos se cruzan buscando, aquella otra mano tenida de sol.
Y otra vez el otono crujiente, dara a nuestras vidas un nuevo color, al barrer con su lluvia templada, impuros deseos de fuego y de sol.
Laralalara...
(Gracias a Juan Antonio por esta letra)
la que se ha dormido en mi corazon, es el tremulo gris del otono, el que abre caminos con timido son.
Tras los campos de vinas doradas, el alma encendida se me adormecio, hoy me acercan lejanos y altivos, los vagos recuerdos que el viento llevo.
Laralalara...
Las verdades son solo palabras, que puedes creer o no, y hasta aqui el otono crujiente, que un tapiz de hojas bordo.
Las cigarras moriran lentamente, cantando su himno con fiero teson, y los campos vestiran de pardo, ironicamente en forma de adios.
Y otra vez el otono crujiente, dara a nuestras vidas un nuevo color, al barrer con su lluvia templada, impuros deseos de fuego y de sol.
Laralalara...
Las verdades son solo palabras, que puedes creer o no, y hasta aqui el otono crujiente, que un tapiz de hojas bordo.
Y mis ojos se cierran dormidos, de tantos insomnios de tanto color, y mis manos se cruzan buscando, aquella otra mano tenida de sol.
Y otra vez el otono crujiente, dara a nuestras vidas un nuevo color, al barrer con su lluvia templada, impuros deseos de fuego y de sol.
Laralalara...
(Gracias a Juan Antonio por esta letra)
Trini, Mari
Kedvencek